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Encuentro con Jesús Marchamalo: La tienda de las palabras y Las bibliotecas


Jesús Marchamalo en la Biblioteca de Acción Educativa

Abro mi cuaderno de notas. Recuerdo que el día del encuentro con Marchamalo no paré de escribir, tampoco paré de sonreír y de reír. Jesús es un hombre claro, cercano y con un gran sentido del humor, quizá es esta su mejor arma; bueno y… su voz. A muchos nos sorprendió esa voz de locutor de radio, ese tipo de voces que prefieres escuchar con los ojos cerrados porque es capaz de inundar todo el espacio. Otra de sus armas: la palabra. Marchamalo es un enamorado de las palabras y de su morfología, no es extraño que sepa emplearlas con gracia, exactitud, invención, y de nuevo, con un gran sentido del humor.

Abro mi cuaderno de notas. He llenado muchas páginas. Todo me parecía interesante. Unas lecturas te conducen a otras, unos autores te trasladan a otros, parece ser el juego preferido del autor que hoy nos visita.

Mi cuaderno de notas huele a humo de cigarro marca Ducados. Se han escondido en el papel pequeñas partículas del aire que exhaló Federico Martín, el maestro. Suspiros de humo.

La presentación fue singular. Federico presentó a Marchamalo como a un hombre cinético, futurista, ingenioso. El adjetivo cinético tiene que ver con lo relativo al movimiento, el adjetivo futurista alude a lo que es favorable hacia el futuro y el adjetivo ingenioso que ya se le atribuyera a Don Quijote, tiene que ver con aquel que tiene la cualidad de pensar con claridad y rapidez. Por tanto, Jesús Marchamalo fue presentado como un hombre que se mueve hacia el futuro con rapidez y claridad; o como dijo Federico: Marchamalo es eléctrico.

Federico y Jesús, se han citado en el monumento a Pío Baroja que preside la célebre cuesta de Moyano. Son las 9:00 de la mañana y estamos a uno o dos grados en el centro de la capital madrileña; pero a Federico es imposible decirle que no…

A las 9:45 llegan a Acción Educativa y preparan lo que será el encuentro con los asistentes al seminario: libros, luz, un cañón con ordenador…

Como otras mañanas la Biblioteca de Acción Educativa se envuelve de un halo fantástico, el de la literatura. Tras la presentación en clave de sol-fa y humor de nuestro artista se presenta la estructura de la ponencia en dos partes : por un lado hablaremos de su libro La tienda de las palabras, editado en Siruela y tras un descanso hablaríamos de Las bibliotecas encontradas y las bibliotecas perdidas, aludiendo a sus obras: Tocar los libros y Donde se guardan los libros, entre otros.

Comienza Jesús Marchamalo citando al Director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha: El mundo de los hombres y de las mujeres está construido con palabras. Explica Jesús que los niños aprenden el mundo que les rodea al tiempo que aprenden cómo se llaman las cosas. El mundo cuenta con 400.000 palabras, pertenecientes a la bolsa del léxico y ese es el mundo que podemos abarcar desde un punto de vista comunicativo.

Las palabras y los juegos a través de ellas motivan al autor que se considera encerrado a veces en ese territorio que es una manera un tanto canalla de jugar con el lenguaje, sus significantes y sus significados. Parte del escritor Oscar Wilde, quien afirmaba: "Menos mal que existen los malentendidos para que podamos comunicarnos” para empezar a hablarnos de los palíndromos. Su fascinación por estos juegos de palabras comenzó con la lectura de la obra de Augusto Monterroso titulada: Movimiento perpetuo. En esta obra Jesús se encuentra con un texto titulado "Onís es asesino”, que os presento a continuación:

Onís es asesino
Nuestro idioma parece ser particularmente propicio para los juegos de palabras. Todos nos hemos divertido con los de Villamediana (diamantes que fueron antes/ de amantes de su mujer); con los más recatados, si bien más insulsos (di, Ana, ¿eres Diana?), de Gracián, quien, hay que reconocerlo, escribió un tratado bastante divertido, la Agudeza y arte de ingenio, para justificar esa su irresistible manía; con los de Calderón de la Barca (apenas llega cuando llega a penas), etcétera. Es curioso que sea difícil recordar alguno de Cervantes. Muchos años después Arniches (imagínate, mencionarlo al lado de éstos) llega a la cumbre. Como es natural, nosotros heredamos de los españoles este vicio que, entre los escritores y poetas o meros intelectuales, se convierte en una verdadera plaga. Hay los que suponen que entre más juegos de palabras intercalen en una conversación (principalmente si ésta es seria) los tendrán por más ingeniosos, y no desperdician oportunidad de mostrar sus dotes en este terreno. Es dificilísimo sacar a un maniático de éstos de su error. Personaje digno de La Bruyére, no hay quien no lo conozca. A dondequiera que vaya es recibido con auténtico horror por el miedo que se tiene a sus agudezas, que sólo él celebra o que los demás le festejan de vez en cuando para ver si se calma. ¿Lo visualizas y te ríes? Pues tú también tendrías que releer un poco tu Horacio.

Son más raros los que llevan sus hallazgos a lo que escriben, aunque, por supuesto, mucho más soportables. Shakespeare aterra con sus juegos de palabras a los traductores (su merecido, por traidores), quienes no tienen más remedio que recurrir a las notas de pie de página para explicar que tal cosa significa también tal otra y que ahí estaba el chiste. Proust, tú sabes, los dosifica majestuosamente. En las traducciones de Proust las notas casi desaparecen: cuando habla de las preciosas radicales no se necesita ser muy lista para darse cuenta de que está aludiendo a las preciosas ridículas de Molière. Joyce lleva las cosas a extremos demoniacos, por lo cual no se traduce Finnegan's Wake. Entre nosotros, recuerdo, han sido buenos para esto Rubén Darío:

Kants y Niestzches y Schopenhauers
ebrios de cerveza y azur
iban, gracias al calembour
a tomarse su chop en Auer's
y más cerca aún, Xavier Villaurrutia:
Y mi voz que madura
y mi bosque madura
y mi voz quemadura
y mi voz quema dura.


Pero lo anterior no tiene casi nada que ver con que Onís sea asesino, o con que amen a Panamá, o con que seamos seres sosos, Ada.

Ahora te lo explico. La otra noche me encontré al señor Onís, hijo del señor Onís, en una reunión de intelectuales. En cuanto me lo presentaron le dije viéndolo fijamente a los ojos: ¡Onís es asesino! Cuando noté que, aterrado, estaba a punto de decirme que sí, de confesarme algo horrible, me apresuré a explicarle que se trataba de un simple palindroma. Qué gusto sentí al notar que el alma le volvía al cuerpo. Recuerda que palindromas son esas palabras o frases que pueden leerse igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda, según declara valientemente la Academia de la Lengua, aunque llamándolas palíndromos, como si no fuera mejor del otro modo. Los vimos en la escuela: ANILINA. DÁBALE ARROZ A LA ZORRA EL ABAD. ANITA LAVA LA TINA, etcétera.

Y es aquí donde los asesinos de salón que hacen juegos de palabras para acabar con las conversaciones se encontrarían con una verdadera dificultad. Pruébenlo. Hace ya varios años nos entregábamos a este inocente juego (lo más que requiere es un poco de silencio y mirar de cuando en cuando al techo con un papel y un lápiz en la mano) un grupo de ociosos del tipo de Juan José Arreola, Carlos Illescas, Ernesto Mejía Sánchez, Enrique Alatorre, Rubén Bonifaz Nuño, algún otro y yo. Durante tardes enteras o noches a la mitad tomábamos nuestros papelitos, trabajábamos silenciosos y allá cada vez nos comunicábamos con júbilo nuestros hallazgos.

Estas cuatro o cinco cuartillas quieren ser un homenaje y un reconocimiento al talento (entre otros) para el palindroma de Carlos Illescas, positivo monstruo de este deporte, quien de pronto levantaba la mano, pedía silencio y decía, como hablando de otra cosa: Aman a Panamá, o Amo la paloma, o sea AMAN A PANAMÁ O AMO LA PALOMA por cualquier lado que los mires o quieras amarlos; mientras nosotros, yo por lo menos, nos debatíamos repitiendo ROMA AMOR ROMA AMOR, para que él nos saliera al rato con algo tan humillante como esto: ADELA, DIONISO: NO TAL PLATÓN, O SI NO, ID A LEDA, lo que acababa de sumirnos en la desesperación y la impotencia.

Posteriormente leímos los famosos que el gran mago Julio Cortázar trae en “Lejana”, de Bestiario:
Salta Lenin el atlas
Amigo, no gima
Átale, demoniaco Caín, o me delata
Anás usó tu auto, Susana.
Y recordábamos uno muy pobre o muy tímido de Joyce o que Joyce usó:
Madam, I'm Adam
y alguno que otro del idioma inglés (no muy bueno para esto según entiendo):
A man, a plan, a canal: Panamá.
Más tarde Bonifaz Nuño aportó la declaración anti-sinestésica:
Odio la luz azul al oído
y Enrique Alatorre el existencialista:
¡Río, sé saeta! Sal, Sartre, el leer tras las ateas es oír;
y Arreola:
Etna da luz azul a Dante;
en tanto que Illescas, como diligente araña, sacaba sus hilitos de tejer y destejar:
Somos laicos, Adán; nada social somos;
o el admonitorio
Damas oíd a Dios amad;
o el acusatorio
Onís es asesino;
o el preventivo y definitivo y ahora en plan de suave melodía de égloga virgiliana:
Si no da amor alas, sal a Roma, Adonis.
Después venían otros suyos sumamente extraños, ya dentro de la embriaguez en que se pierden los
sentidos (que es la buena) y África y Grecia se abrazan en misterioso contubernio, como
Acata, sale, salta, acude, saeta afromorfa;
ateas educa, Atlas el as ataca.
o lo que él llamaba palindroma de palindromas:
Somos seres sosos, Ada; sosos seres somos,
en el que cada palabra es también palindroma; o el palindroma ad infinitum:
O sale el as o… el as sale… o sale el as… o;
o, por fin, el palindroma político, en el que alguien pregunta: “¿Qué es la OIT (Organización
Internacional del Trabajo)?”, y se le responde:
Tío Sam más OIT,
para rematar con algo que ya no le creíamos porque somos naturalmente desmemoriados y eso de
Evemón se nos hacía sospechoso:
¿No me ve, o es ido Odiseo, Evemón?

y nos tenía que explicar que Evemón no era otro que Tésalo (ah, así sí), padre de Eurípilo (claro), como fácilmente se podía ver en Ilíada II, 736, V, 79; VII, 167; VIII, 265; y XI, 575

Ahora yo tengo que confesar que jamás pude ni he podido posteriormente hacer o encontrar un solo palindroma que vaya más allá de los ya dados por la madre naturaleza: oro, ara, ama, eme, etc., excepto uno que me costó horas de esfuerzo pero tan escatológico, para vergüenza mía, que me apresuro a ponerlo aquí: ¡Acá, caca! Sospecho que Mejía Sánchez tampoco, pues finalmente, cuando empezamos, por incapacidad manifiesta, a buscar un nuevo género, o sea los falsos palindromas (ejemplo: Don Odón, que suena pero no es), salió con uno falsísimo pero que a todos en un momento dado nos pareció auténtico, pues en esos días se hablaba del Premio Nobel para Alfonso Reyes:

Alfonso no ve el Nobel famoso, que no se lee de atrás para adelante ni de broma; en tanto que Illesca, algo cansado de su facilidad, aceptaba con entusiasmo mi modesta proposición de estructurar una larga frase en español que leída de derecha a izquierda, dijera lo mismo, pero en inglés, o en el idioma que en ese momento le pareciera mejor, o más difícil.
(Augusto Monterroso, Movimiento perpetuo)

Marchamalo, después de conocer el texto de Monterroso afirma que enfermó, enfermó de “palindromía” y empezó a navegar en dirección a ese rumbo buscando y construyendo, investigando sobre las posibles maneras de elaborar palíndromos, los buscaba y los coleccionaba:
ANITA LAVA LA TINA
SI ACASO LO SACÁIS
ODIO LA LUZ AZUL AL OÍDO
SONREÍ, BOGART NO CEDE CONTRA GOBIERNOS

O palíndromos perfectos, hasta en la colocación de las tildes: SÉ VERLE DEL REVÉS

Hace referencia a un club de Barcelona, un club de palíndromos y de ellos nos presenta un cuadrado perfectamente palindrómico:      
     R A R O
        A M O R
        R O M A
        O R A R
Avanzamos en otros autores preocupados o enfermos de palindromía, entre ellos Darío Lancini, con su texto Oír a Darío, un libro en el que todo son palíndromos, como ejemplo su texto “Rey ayer”.

Pero la pregunta es: ¿por qué:? Este tipo de juegos no son una mera excepción, siempre han surgido y surgen en momentos de la historia de máximo apogeo del arte. Un claro ejemplo de este tipo de juegos literarios son las vanguardias artísticas que surgen en la primera mitad del siglo XX: futurismo, dadaísmo, ultraísmo, cubismo, surrealismo. A veces la expresión de este arte de vanguardias no es más que una mera exposición de la habilidad del artista. Un ejemplo es el soneto en laberinto en forma de acróstico:



La fórmula sigue siendo el juego, el juego con las palabras, las palabras hay que estrujarlas… afirma Marchamalo. Otro ejemplo de juego, también iniciado en el arte de vanguardias es el caligrama. En los caligramas no sólo el mensaje es importante, lo es también la imagen. Los caligramas se introducen en España a través del francés Guillaume Apollinaire y forman parte de un movimiento de vanguardia conocido con el nombre de cubismo. En las vanguardias todo vale si significa algo y las palabras son empleadas como pequeños elementos, pequeños ladrillos para nuevas construcciones.

Aunque hoy conocemos los caligramas a través del francés Apollinaire, en el siglo IV a de C el griego Simias construyó caligramas tras ver volar a las grullas, que volaban en formas geométricas:


Apollinaire define a la vanguardia como el fin de la tradición, Lewis Carroll, autor de Alicia en el país de las maravillas presiente en la literatura que hay que desvestir las palabras de significado y darles otro.


Continuando con el recorrido literario nos hace posar la mirada en Guilermo Cabrera Infante y su rueda de palabras. ¡Atención, atención! Doce palabras en forma de rueda y con avidez de infante todos nos ponemos a buscar: dádiva, ávida, vida, vi, da, diva, vid, ida, dad…


En Eduardo Sacala encontramos un libro cuyas hojas aparecen micro perforadas para poder formar al final un tornillo poético infinito.

Emily Dickinson, Torrente Ballester, Julio Cirtázar, Georges Perec, Italo Calvino, Jardiel Poncela, Raymond Quenou y sus Ejercicios de estilo, Max Aub y su Juego de cartas y libros que son más que libros.

A estas alturas de la mañana hemos quemado cerca de dos horas prendidos de la mano, la voz y la sabiduría de Jesús Marcahamalo que ha desvestido su “enfermedad”, su “locura” por las palabras con una generosidad de mago para un auditorio al que ha sorprendido, al que ha enamorado.

Un café…


Y nos adentramos en Las bibliotecas. Regreso a mi cuaderno. Acabo de terminar de leer Donde se guardan los libros y tengo el cuaderno lleno de notas, de curiosidades que Jesús ha ido hallando en las bibliotecas de ilustres como: Fernando Savater que no habría hecho más que leer en su vida si por ello pagaran, Clara Sánchez que posee un sillón de leer que define Marchamalo como una escultura, Arturo Pérez Reverte, quien recibió sólo libros como regalo de comunión; Antonio Gamoneda, poseedor del corredor de la muerte de sus propios libros, se lamenta por la pérdida de un libro de Dick Turpin en su propia biblioteca, Enrique Vila-Matas, Martín Garzo, Clara Janés (ojos azules), Juan Eduardo Zúñiga, Luis Alberto de Cuenca, Carmen Posadas, Francisco Rico, José Mª Merino, Vargas Llosa, Andrés Trapiello, Soledad Puértolas, Javier Marías, Luis Landero, Jesús Ferrero, Juan Manuel de Prada y Luis Mateo Díez. En la bibliotecas de cada uno de ellos no falta Broges…








A Jesús Marchamalo no sólo le interesan los libros, le interesa también lo que con ellos ha sucedido, dónde fueron comprados, por quién, dónde fueron leídos, qué guardamos en ellos: ¿un billete de tren?, ¿la factura del hotel de una aventura?, ¿qué?


Esta parte de la ponencia se hace muy distendida, nos cuenta curiosidades de autores, cómo son fotografiados, qué le transmiten esas fotografías. En Jesús la imagen y la palabra van de la mano en muchos casos: Max Aub, Balzer, Óscar Wilde, Ernesto Sábato, Virginia Wolf, Cortázar, Octavio Paz, Lezama Lima, Sergio Pitol, Gaston Baquero, Borges…

Dice Jesús Marchamalo de los libros: Me gusta el tacto, el olor, la imagen de quien lo regaló, los encuentros, la brisa, las vacaciones, la enfermedad…

Generoso, Jesús es un autor generoso que entrega lo que sabe con un talante inmejorable. Ha ilustrado su ponencia con imágenes que luego nos ha regalado, cada texto e imagen que ilustran la entrada al blog de hoy ha sido regalada por Jesús, con agrado.

Buscaríamos palíndromos con que adornar esta despedida, caligramas para decorar el tránsito de este camino, nos habría gustado, seguro regalarte palabras… no pudo ser. Te hemos dado: sonrisas.




Gracias, Federico, una vez más, por lustrarnos los ojos, el pensamiento, el tacto…

Gracias, Jesús...
                                                                                                             

Comentarios

  1. Dejo escrito el comentario que Jesús nos ha enviado por correo.
    Gracias al maestro:
    Raquel, muchísimas gracias por la entrada del blog. Por el exhaustivo y cariñoso relato. Y por los adjetivos y las fotos.



    Y gracias, de nuevo, a todos, todas, por la invitación.



    Me encantó poder compartir con vosotros esa intensiva mañana de palabras, escritores y libros.



    Fría y soleada, de café con galletas, bajo la advocación de Pío Baroja, a las nueve, congelado en Moyano.



    Abrazo fuerte. Gracias otra, otra vez.



    Y hasta cuando queráis. Suerte!!

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